viernes, 15 de julio de 2011

¿«Traductor, traidor»?: Una breve revisión bibliográfica (4)

Las relaciones contractuales. Sobre este tema, Arturo Rodríguez Morató comentaba en su libro de 1997: «Así, por ejemplo, con respecto a los problemas para el cobro de remuneraciones, que antes habíamos considerado en el caso de los escritores, vemos que los traductores los tienen todavía en mayor grado […]. Y aun cuando la trascendencia vital de tales problemas resulta en su caso más acusada.» [1]
«Por último, con respecto a las liquidaciones que el editor ha de hacer en el caso de haber contratado una traducción en la que se acordara el pago de derechos sobre la explotación del libro, el nivel de cumplimiento parece ser verdaderamente ínfimo […].» [2]
«Otro dato refrenda esta conclusión y completa el panorama de maltrato sistemático de los traductores por parte de los editores, que hemos dibujado hasta aquí: el del nivel de formalización contractual de las relaciones. En efecto, a pesar de la obligación legal que existe de plasmar los encargos de traducción en contratos por escrito, lo cierto es que solo una pequeña proporción de traductores logra hoy por hoy imponer esta práctica de modo habitual: tan solo una cuarta parte del total del colectivo; mientras, que son bastantes más (alrededor de un tercio) los que apenas suscriben nunca contratos.» [3]
Como testimonio de hasta qué punto subsisten los problemas expuestos en los párrafos y entradas anteriores desde 1997, cito a continuación las palabras del responsable de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Ministerio de Cultura en la presentación de El libro blanco de la traducción en España, publicado en 2010: «Se hace necesario seguir aunando esfuerzos para favorecer una relación más horizontal entre el editor y el traductor, para universalizar los contratos legales de edición, el cumplimiento de las condiciones en ellos estipuladas, para aportar mayor transparencia en los datos de tirada, apoyar el establecimiento de tarifas más equitativas y más justas que permitan a los traductores vivir de su profesión y para favorecer la proporcionalidad a la hora de percibir los beneficios. Es, cuando menos, paradójico que este colectivo que asume la ingente tarea de transmitir la cultura en beneficio de las civilizaciones no pueda vivir con dignidad de su profesión, un oficio del que también las editoriales son grandes beneficiadas. Retos, en definitiva, que todavía hoy requieren acciones de mejora, pues junto a los ilustradores y a los autores constituyen la tripleta más significativa de nuestra fortaleza creadora.» [4]
Los antes citados premios nacionales de traducción ya habían comentado el año anterior la continuidad de esta problemática.
María Teresa Gallego Urrutia confesó: «Después de 40 años de oficio, soy una privilegiada: me dan buenos libros, no me tocan una coma, [5] me respetan el contrato... Lo que quiero es que ésa sea la pauta para todos los traductores.» A una pregunta del entrevistador acerca de cuáles son las condiciones ideales de trabajo, respondió más adelante: «Que se cumpla la Ley de Propiedad Intelectual. Que no haya traducciones sin contrato y que no haya contratos que se salten la ley.» Después añadió: «Hace falta un organismo estatal que controle eso. Que no todo tenga que pasar por el juzgado.» [6]
Miguel Saénz comentó: «…que las editoriales respeten esos contratos. Porque las liquidaciones son de risa.» Después respondería a la pregunta acerca de si consideraba que la ley es buena: «Sí, pero se incumple. Y no puedes estar todo el día pleiteando con multinacionales.» [7]

[1] Arturo Rodríguez Morató: La problemática profesional de los escritores y traductores: una visión sociológica, ACEC, 1997, pp. 84.
[2] Rodríguez Morato: pp. 85–86.
[3] Rodríguez Morató. Pp. 86–87.
[4] Rogelio Blanco Martínez: El libro blanco de la traducción en España, Ministerio de Cultura, 2010, p. 8.
[5] Una de las costumbres más irritantes de algunos editores es introducir correcciones en los textos traducidos —para bien o para mal— que no se consultan con el traductor antes de publicarlos.
[6] María Teresa Gallego Urrutia, citada por Javier Rodríguez Marcos: «Los traductores levantan la voz», El País, 6 de junio de 2009. (Las cursivas son mías.)
[7] Miguel Saénz, citado por Javier Rodríguez Marcos: loc.it.

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