Lo recordé mientras
terminaba de hacer un balance del año 2012 y descubrí que habíamos facturado un
total de 21 libros de cocina traducidos o revisados y corregidos, que
representan una parte importante de nuestro trabajo editorial de ese año.
Aunque me considero
básicamente traductor y revisor de estilo de textos científicos, traduje mi
primer libro de cocina en 1997. [2] Desde entonces, los libros y las recetas de
cocina han sido una fuente importante de los ingresos familiares por concepto
de traducción y edición. [3]
Estoy de acuerdo
con el profesor Epstein. Lo que ocurre en el «mundo real» es muy diferente de
lo que se espera en un aula. Por otra parte, nadie se «rebaja» traduciendo un
tema; excepto, cuando lo hace de manera poco profesional.
[1] “The Next Generation of Translators” [La nueva
generación de traductores], publicado por B. J. Epstein en su blog Brave New
Words, 6 de abril de 2012.
[2] Ver Nitza
Villapol: Cuban Cuisine, Editorial José Martí, 1997.
[3] Más sobre mis traducciones de libros de cocina en: «Traducciones gastronómicas», 13 de
noviembre de 2009; «Más cocina cubana», 22 de enero de 2010; «Más gastronomía,
aunque más sana», 29 de enero de 2010; «Nuevo libro de cocina (1)», 5 de
febrero de 2010; «Nuevo libro de cocina (2)», 12 de febrero de 2010; «Nuevo
libro de cocina (3)», 19 de febrero de 2010; «Nueva traducción gastronómica»,
25 de febrero de 2011; «Segunda edición sobre gastronomía sana», 29 de julio de
2011; «Nueva traducción de cocina: cenas»; 2 de marzo de 2012; «Nueva traducción
de cocina: sopas», 9 de marzo de 2012; «Nueva traducción de cocina: postres»,
16 de marzo de 2012.
[Imagen: Edward Caslan: La Soupe [La sopa], publicado en The
Illustrated London News, 25 de noviembre de 1871, grabado.]
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.