viernes, 9 de julio de 2010

La «enciclopedia juvenil»

Por los caminos de La Edad de Oro fue —al menos eso creo yo— el proyecto editorial más ambicioso de la literatura infantil y juvenil cubana en el siglo veinte. Durante varios años de trabajo, un equipo entusiasta de asesores, autores, ilustradores, redactores editoriales, diseñadores gráficos, mecanógrafas y correctores tipográficos me acompañaron en esa aventura de la que fui secretario ejecutivo de su comité editorial y jefe de redacción.
Durante esos años, preparamos y terminamos editorialmente los textos de los doce tomos previstos en el proyecto, que incluyeron temas de arte, literatura, ciencia y ciencias sociales para un público lector comprendido entre los diez y los dieciséis años. Pretendíamos, entre todos, seguir los pasos de la revista mensual La Edad de Oro, redactada por José Martí a finales del siglo diecinueve. «Para los niños —escribió en su primer número— es este periódico, y para las niñas, por supuesto». [1]
Sin embargo, en lugar de emplear la estructura de aquella revista periódica, Por los caminos… se diseñó de forma muy semejante al Tesoro de la Juventud y al Book of Knowledge, que fueron herramientas muy útiles en las décadas de 1930, 1940 y 1950 para promover la lectura y para abrir las puertas del conocimiento de una forma entretenida.
Lamentablemente, sólo se publicaron los cuatro primeros tomos de Por los caminos…. El resto fue a parar al desguase. El proceso de composición e impresión se dilató de manera interminable durante años hasta que se interrumpió al fin por falta de recursos financieros. En realidad, el proyecto murió por la falta de interés y el inmovilismo de las instancias ministeriales que lo habían propuesto en sus inicios y que se habían comprometido a apoyarlo.
Por una infeliz coincidencia, Por los caminos… tuvo el mismo final que aquella revista ilustrada de 32 páginas que redactó Martí, y que sobrevivió también solo cuatro números —de julio a octubre de 1889—, asimismo por una falta de recursos financieros provocados, según su redactor, por el «choque con las ideas, ocultas hasta ahora, o el interés alarmado del dueño de La Edad». [2]

[1] José Martí: «A los niños que lean La Edad de Oro», en La Edad de Oro, publicación mensual de recreo e instrucción dedicada a los niños de América, Nueva York, no. 1, julio de 1889.
[2] José Martí: «Carta a Manuel Mercado», 26 de noviembre de 1889, Obras completas, Editorial Nacional de Cuba, 1965, tomo 20, p. 153.

[En la imagen: Varios autores: Por los caminos de La Edad de Oro, tomo 1, Editorial Gente Nueva, 1995. (Ejemplar de biblioteca.)]

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