viernes, 20 de julio de 2012

La otra cara del trabajo


Un/a colega se quejó hace algunas semanas de que él/ella había trabajado para un cliente «por una tarifa de traducción muy baja» porque «en ese momento no tenía mucho trabajo, y lo acepté». Cuando él/ella pidió «a finales de marzo, que le pagaran las facturas de sus trabajos de abril, el director le dijo que ellos pagaban a sus traductores ¡a los 90 días!».
El problema con este/a colega es que una vez que uno acepta trabajar por tarifas muy bajas y espera a terminar el trabajo para averiguar cuándo se cobrará, no se puede esperar respeto profesional y se corre el riesgo de que ni siquiera paguen.
La experiencia nos enseña que si un cliente quiere pagar a los 90 días y no es lo bastante solvente para pagar a los 30, es mejor buscarse otro. [1]

[1] Ver «Consejos prácticos: Clientes (1)», 7 de octubre de 2011 y «Consejos prácticos: Clientes (2)», 14 de octubre de 2011.

[Imagen: Domenico Ghirlandaio: San Jerónimo en su gabinete, fresco, 184 × 119 cm (1480).

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