viernes, 20 de marzo de 2015

¿Pan o libros?

Ahora, esa es la cuestión. Porque, en las últimas semanas, una de las grandes casas editoriales radicadas en Barcelona ha informado a sus colaboradores por correo-e su decisión de aplicar nuevas tarifas —más bajas— de traducción y corrección.
Las protestas y las manifestaciones de preocupación de los colaboradores dieron lugar a una explicación basada en la caída del 36% del mercado del libro desde 2009, con lo que se justifica la medida. Conviene recordar aquí que las tarifas de traducción literaria en España, aún antes de la crisis, ya estaban entre las más bajas de Europa. [1]
Las nuevas tarifas se incluyen dentro de una política general de disminución de costes en España, que aplica reducciones salariales con la consiguiente baja del consumo que, en el mercado del libro, se manifiesta ya con ese 36%.
La lógica parece indicar que cuando, en una sociedad de consumo, se consume menos, bajar aún más el poder adquisitivo del consumidor genera aún menos consumo, y no todo lo contrario.
Dar respuesta a la disyuntiva del título de esta entrada no requiere mucho análisis.  

[1] Ver «Tarifas de traducción literaria», 6 de agosto de 2010; y Esther Allen (ed.): Ser traducido o no ser. Informe PEN / IRL sobre la situación internacional de la traducción literaria, Universidad Ramon Llul, Barcelona, septiembre de 2007.

[Imagen: Eugène Delacroix: Hamlet y Horacio en el cementerio, 81 × 66 cm, óleo sobre lienzo, 1839.


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