Los traductores que trabajamos —o los que piensan trabajar—
en España o con clientes españoles deben tener esto en cuenta: a partir de 1 de
septiembre de 2012, el impuesto sobre el valor añadido (IVA) aumentará del 18%
al 21% y el impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) para los
profesionales autónomos aumentará del 15% al 21%.
Literalmente, esto quiere decir que pagaremos a Hacienda 21
céntimos por cada euro facturado por los servicios prestados, además de pagar
los costes y el aumento impositivo de nuestra actividad profesional (por
ejemplo: diccionarios y obras de referencia, electricidad, comunicaciones,
transporte, suministros de oficina, etc.) y la cuota mensual por estar
registrados como autónomos en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.
[Imagen: Paul Vos: El recaudador de impuestos, 1543, óleo
sobre tela.]
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