Traducir y editar no tienen nada de aburrido. Por ejemplo,
este primer semestre de 2013 mi esposa y yo hemos traducido, revisado y
corregido textos de las temáticas siguientes: arte, biografía, cocina,
empresariales, farmacología, ficción, física y turismo. También he asesorado a
una pequeña editorial española sobre una obra que están editando en inglés
después de traducirles cuatro de sus textos preliminares a esa misma lengua.
Esto es lo que hace tan difícil la idea de la jubilación. Uno
sabe que la hora se aproxima, pero es duro imaginar una mañana sin una página
en blanco y un texto a la espera de ser traducido; un original listo para ser
revisado o unas pruebas por corregir.
Es algo que se disfruta haciéndolo y que se ha convertido en
una parte importante de la vida cotidiana. Es más que una cuestión de ingresos.
Es duro renunciar a algo que nos ha puesto en contacto con personas muy
talentosas e interesantes; que ha contribuido a nuestro conocimiento y a
nuestra cultura durante más de medio siglo.
[Imagen: Domenico Ghirlandaio: San Jerónimo en su
gabinete, fresco, 184 × 119
cm (1480).
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