viernes, 14 de junio de 2013

Seleccionando redactores de estilo

Como jefe de redacción y redactor jefe, he tenido que seleccionar redactores de estilo para mi redacción. Aunque había un flujo constante de currículos a mi despacho, este aumentaba mucho en los meses posteriores al final de los cursos académicos, cuando los graduados comenzaban a buscar trabajo.
Me interesaban dos grupos: redactores de estilo en español y redactores de estilo en lenguas extranjeras. Es decir, un grupo de profesionales que pudiesen realizar revisiones de estilo en español, y otro grupo para cotejos y revisiones de estilo en otras lenguas.
Los graduados sin experiencia podían ser tomados en cuenta para adiestrarlos para el primer grupo, pero el segundo grupo requería el dominio de una lengua extranjera. Los mejores candidatos para el primer grupo eran los graduados en las temáticas que publicaba la editorial. Los candidatos ideales para el segundo eran los graduados en traducción e interpretación.
El denominador común básico para ambos grupos era tener una licenciatura. Pero había otros tres aspectos de importancia que se consideraban en las entrevistas: tener excelentes conocimientos y dominio del español o de las lenguas de partida y de llegada; tener conocimientos sólidos de sus respectivas culturas y literaturas; y ser capaz de redactar con fluidez en español o en otra lengua.
Un redactor de estilo fiable no podía trabajar bien nuestros originales si no era capaz de detectar errores y, sobre todo, argumentar gramaticalmente las correcciones propuestas a su jefe de redacción y, especialmente, a los autores.
La revisión de estilo de nuestros libros requería un nivel de familiaridad con los contenidos de los libros que editábamos. Por eso, se preguntaba a nuestros futuros redactores de estilo acerca de sus hábitos de lectura, su comprensión de los temas que editábamos en nuestra editorial y su familiaridad con las culturas correspondientes.
Un redactor de estilo fiable no podía producir un original editado de alta calidad para nosotros si no podía sugerir correcciones razonables de títulos y subtítulos, sugerir la eliminación de repeticiones innecesarias, reordenar párrafos, rescribir oraciones, y escribir buenas notas al pie de la página y para las solapas y las contracubiertas de nuestros libros. Por lo tanto, los candidatos tenían que demostrar algunas capacidades básicas de redacción y corrección editorial durante sus seis meses de prueba.

[Imagen: Daniel Maclise: [William] Caxton Showing the First Specimen of His Printing to Prince Edward IV at Almonry, Westminster, 683 mm × 1,038 mm, papel, técnica mixta, ¿1858?]


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