Hace un par de semanas, expuse sobre el tema «Experiencias del traductor
independiente» en el Master de
Traducción Biomédica y Farmacéutica que ofrece el Instituto de Educación
Continua de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. Se asociaban allí dos
aspectos fundamentales en la preparación de un traductor de cualquier
especialidad: la formación y la experiencia.
Hace más de 50 años, cuando daba mis primeros pasos en la
profesión, carecíamos de los cursos que hoy se ofrecen para preparar
traductores, y la experiencia práctica era algo básico a la hora de seleccionar
alguno de estos profesionales.
Las cosas han cambiado. Los alumnos llegan cada vez más
preparados a los masteres y postgrados. La formación de hoy compensa la falta
de experiencia de los principiantes y pone a disposición del mercado laboral
profesionales mucho más aptos para realizar buenos trabajos de traducción desde
el mismo comienzo de sus carreras.
La experiencia, que solo llega con el tiempo, empieza a ocupar
ahora un segundo lugar en el proceso de valoración de los traductores, que
cuentan hoy con una mejor preparación académica.
Pero hay una contradicción: mientras sube la calificación,
bajan los salarios y las tarifas.
[Imagen: Giovanni Bellini: San Jerónimo (patrón de traductores e intérpretes) leyendo, 1505, óleo sobre madera.]
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