A veces, hay clientes que tienen prisa. Y, cuando se trata
de traducciones urgentes, la prisa se refleja más en la forma de hacer el
encargo que en los plazos de entrega solicitados.
Un traductor profesional es capaz de cumplir plazos
urgentes. Está preparado para eso, aunque ese tipo de traducción no sea la más
habitual.
Lo que suele complicar las cosas es la ambigüedad con la que
se expresa a veces el encargo cuando hay premura y eso suele ser causa de
confusiones.
¿Qué necesita saber un traductor para afrontar un trabajo
urgente? Por supuesto, mucho más que una fecha o una hora de entrega. Necesita
explicaciones claras de lo que quiere el cliente.
La falta de claridad en los encargos genera complicaciones y
los consiguientes retrasos. Un cliente que se toma tiempo para redactar un
correo-e o telefonear con instrucciones precisas de lo que quiere, ahorra
tiempo y asegura que su traducción se haga rápido y sin interrupciones.
Ese es el primer paso —el suyo— para lograr puntualidad y
calidad.
[Imagen: Pieter Brueghel: La torre de Babel, óleo
sobre madera, 114 × 155 cm (1563).
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