viernes, 11 de diciembre de 2009

Cambio climático y bosques perdidos

Ahora, cuando en la Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague se discute el futuro inmediato de nuestro planeta —según los más pesimistas—, viene a cuento —aunque sea ya demasiado tarde— recordar los bosques perdidos.
Se cuenta que, en su mejor momento, Cuba —con una masa forestal estimada entonces entre 93 % y 96 % de su suelo— se podía recorrer de un extremo a otro bajo la sombra de sus tupidos bosques.
Más de quinientos años de sobreexplotación colonial y republicana, y de fracasados proyectos de cambio social, han reducido esa masa a aproximadamente 15 %, y la ha limitado prácticamente a sus zonas más intrincadas.
De lo poco que se ha salvado y de su historia trata este libro de Enrique Del Risco Rodríguez —Cuban Forests. Their History and Characteristics, que traduje al inglés hace diez años, en 1999.
Devorados por la tala indiscriminada para levantar viviendas, cercados, almacenes, empalizadas y fortificaciones; para la construcción naval de más de un centenar de barcos para las flotas españolas en el Arsenal de La Habana, en el siglo dieciocho; y para satisfacer la voracidad de los latifundios ganaderos, y alimentar con leña y ganar espacios de cultivo para la insaciable industria azucarera, poco queda de aquellos bosques majestuosos que fueron hace siglos el hábitat de las comunidades aborígenes, la admiración de los conquistadores y fuente incalculable de riqueza para los colonizadores.
Hoy, sin los bosques perdidos, vamos camino de que, cada vez más, nos sobre el dióxido de carbono y nos falte oxígeno.

[En la imagen: Enrique Del Risco Rodríguez: Cuban Forests. Their History and Characteristics, Editorial José Martí, 1999.]

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