«Querría
conocer sus tarifas de traducción del castellano al inglés y viceversa.» La pregunta es frecuente en los correos-e que
llegan a los buzones de los traductores.
La respuesta suele
ser rápida. Se está disponible en ese momento o no se está. Si se está, se
informan las tarifas y se espera algún encargo. A veces, se espera en vano.
Esa espera en vano
es más frecuente que lo que imaginamos. ¿Por qué?
Creo que la clave
está en el modo que algunas personas tienen de buscar los servicios de un
traductor. Salen de compras, a contactarlos y a comparar costes, como se
adquiere un producto cualquiera en el mercado, con la vista fija en la etiqueta
del precio.
Esta fórmula suele
reparar poco en la calidad y en la experiencia profesional reflejada en el
currículo del traductor. Y, casi siempre, suele conducir a la peor elección.
[Imagen: Pieter Brueghel: La torre de Babel, óleo
sobre madera, 114 × 155 cm (1563).]
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