Mi primer trabajo como redactor de estilo para una redacción editorial fue también parte del sistema práctico de tutoría del maestro y el aprendiz. Bajo la tutela de Ángel Luis Fernández, redactor culto y experimentado, hice la revisión de estilo de mi primer libro: Testimonio de una emigrada. [1]
Nos adiestraban para seguir procedimientos editoriales normados, que incluían el uso de los signos de corrección y edición establecidos. Por aquel entonces, los procedimientos editoriales que había que seguir eran una serie de pasos previstos para completar la revisión de estilo.
Primero se hacía una lectura previa del manuscrito para familiarizarse con la estructura y el contenido del libro, y se comprobaba su uniformidad, la ortografía, la sintaxis, la concordancia gramatical, la puntuación y aspectos básicos de estilo. Las primeras correcciones se hacían con lápiz.
En segundo lugar, se hacía la revisión final del manuscrito con las marcas editoriales definitivas para indicar los cambios; las especificaciones tipográficas para títulos y subtítulos, las sangrías del texto, la composición de las citas y notas; la ubicación de tablas e ilustraciones con sus pies de grabado, etc. Las marcas definitivas se hacían en tinta.
Finalmente, se hacía una rápida lectura final del manuscrito antes de enviarlo al departamento de diseño gráfico. [2]
[1] Edith Reinoso Hernández: Testimonio de una emigrada, Editorial de Ciencias Sociales, 1974.
[2] Ver «Mi primera edición», 8 de octubre de 2010 y «Primera norma cubana de edición», 14 de enero de 2011.
[Imagen: Scriptorium Monk at Work, grabado publicado en William Blades: Pentateuch of Printing with a Chapter on Judges, E. Stock, 1891.]
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