Una de las preguntas que se hacen con más frecuencia quienes
aspiran a trabajar como traductores autónomos en España, es el coste de su
actividad y el nivel de los beneficios que se pueden obtener.
Me limitaré a comenzar con los costes que se corresponden
con los impuestos y la seguridad social. Si un traductor factura un mes un solo
trabajo por valor de 1.000 euros, debe deducir 210 euros (21% del IRPF) y (como
mínimo) 261 euros de la seguridad social, lo que le deja 529 euros para asumir
los demás gastos.
Esa es la razón por la cual, para asumir los gastos de
manutención y alojamiento, equipamiento, telecomunicaciones, recalificación,
seguro médico, plan de pensiones, diccionarios, vacaciones, etc.), hay que
facturar mucho más de 1.000 euros al mes.
La cifra depende de nuestras necesidades, pero, por lo
menos, hay que estar preparados para pagar una cuota fija a la seguridad
social, se facture o no se facture.
[Imagen: Paul Vos: El recaudador de impuestos, 1543, óleo
sobre tela.]
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