Nuestros clientes merecen nuestro respeto. En mi política de
buenas prácticas expreso «Compórtese
siempre amable y cortésmente, y sea receptivo a las críticas constructivas.» [1]
Por otra parte,
nuestros clientes también merecen nuestra gratitud por la confianza que
depositan en nosotros cuando nos encargan un trabajo.
Pero, a veces, se
olvida que estas actitudes deben ser recíprocas. Algunos relegan que un
traductor suele ser un profesional calificado y experimentado que también
merece respeto y gratitud porque buena parte del pensamiento universal ha sido
retransmitido por ellos desde hace varios siglos.
Se dice que la frase «Traductor,
traidor» —sobradamente esgrimida para menospreciar el trabajo de los
traductores— es parte de un comentario acerca de una traducción de Dante al
francés. Sin embargo, no es menos cierto que su autor probablemente fuera
incapaz de leer toda la literatura mundial en su lengua original. Tal vez hubiera
sido más elegante decir: «Gracias,
traductor, por tu esfuerzo anónimo y mal reconocido.»
[1] Ver «Consejos
prácticos: Buenas prácticas en traducción», 16 de septiembre de 2011.
[Imagen: Giovanni Bellini: San Jerónimo (patrón de traductores e intérpretes) leyendo, 1505, óleo sobre madera.]
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