Para un autónomo, programar los días de descanso y de
vacaciones no suele ser fácil. Siempre nos movemos en una tierra de nadie
plagada de incertidumbres.
Hay épocas como los veranos, o las fiestas navideñas
y de fin de año, cuando las actividades laborales se suelen ralentizar y
parecen ser los momentos ideales para hacer ese tipo de planes.
Pero no siempre es así. Por ejemplo, muchas veces, algunos
clientes —sobre todo editoriales— suelen dejar encargos antes de irse de
vacaciones para tenerlos a su disposición a su regreso. Si habíamos hecho
planes para irnos de vacaciones, esto nos plantea una disyuntiva: hacer el
trabajo o seguir adelante con nuestros planes.
Esto nos puede frustrar. Yo creo que hay que aprovechar la
flexibilidad que nos permite nuestra autonomía para decir que sí a los trabajos
y aprovechar cualquier momento libre para descansar y disponer de unos días de
relajación. En estas circunstancias, no viene mal un poco de improvisación para
aprovechar con un buen descanso los días cuando no tenemos trabajos pendientes.
Así cumplimos con los encargos de nuestros clientes, que
sabrán que estamos disponibles cada vez que nos necesitan, y también nos damos
un tiempo para reponer nuestras fuerzas y disfrutar de los frutos de nuestro
trabajo.
[Imagen: Ford Madox Brown (1821–1893): Traveler
(Viajero), óleo sobre tela, 1868.)
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