viernes, 27 de diciembre de 2013

2013: Resultados temáticos

Además de los controles que, por motivos fiscales, llevo de mi trabajo, suelo mantener un registro del comportamiento temático de los encargos que recibimos de nuestros clientes. Eso me ayuda a evaluar los intereses que priman entre ellos. 
En el año 2013, hemos prestado servicios editoriales y de traducción sobre los temas siguientes: viajes, cocina, arte, administración de empresas, gramática, informática, literatura infantil, obstetricia, física, didáctica, edición crítica, biografía, catálogos editoriales, gestión y organización educativa, papiroflexia, farmacología, publicidad, y en la redacción de índices de materias y de textos para semblanzas biográficas enciclopédicas.

[Imagen: Daniel Maclise: [William] Caxton Showing the First Specimen of His Printing to Prince Edward IV at Almonry, Westminster, 683 mm × 1.038 mm, papel, técnica mixta, ¿1858?]


viernes, 20 de diciembre de 2013

Una revisión de estilo «ligera»

Un cliente me pidió recientemente la revisión de estilo «ligera» de una novela en inglés. Normalmente, para los editores anglófonos, «ligera» quiere decir corregir problemas ortográficos, gramaticales y de puntuación, y otros usos incorrectos del idioma, además de aquellos problemas que afectan la uniformidad del uso de las mayúsculas, la ortografía, las fuentes tipográficas, el uso de los guiones y de los números. No se hace mucho más.
No obstante, una vez comenzado el trabajo, fue necesario añadir una portadilla con su reverso; editar la página de créditos; añadir una página para el epígrafe y un índice de contenido; editar los títulos de los capítulos; ajustar el espaciado; reordenar párrafos; hacer correcciones en la sintaxis, la terminología y el estilo editorial; editar los diálogos, y los monólogos interiores y su puntuación específica; y corregir concordancias y, especialmente, el uso de los tiempos verbales dentro de un mismo párrafo.
Después de todo, el trabajo no fue tan light.

[En la imagen: Abraham Bosse. Taller de impresor, c. 1642, grabado.]


viernes, 13 de diciembre de 2013

El descanso programado

Para un autónomo, programar los días de descanso y de vacaciones no suele ser fácil. Siempre nos movemos en una tierra de nadie plagada de incertidumbres.
Hay épocas como los veranos, o las fiestas navideñas y de fin de año, cuando las actividades laborales se suelen ralentizar y parecen ser los momentos ideales para hacer ese tipo de planes.
Pero no siempre es así. Por ejemplo, muchas veces, algunos clientes —sobre todo editoriales— suelen dejar encargos antes de irse de vacaciones para tenerlos a su disposición a su regreso. Si habíamos hecho planes para irnos de vacaciones, esto nos plantea una disyuntiva: hacer el trabajo o seguir adelante con nuestros planes.
Esto nos puede frustrar. Yo creo que hay que aprovechar la flexibilidad que nos permite nuestra autonomía para decir que sí a los trabajos y aprovechar cualquier momento libre para descansar y disponer de unos días de relajación. En estas circunstancias, no viene mal un poco de improvisación para aprovechar con un buen descanso los días cuando no tenemos trabajos pendientes.
Así cumplimos con los encargos de nuestros clientes, que sabrán que estamos disponibles cada vez que nos necesitan, y también nos damos un tiempo para reponer nuestras fuerzas y disfrutar de los frutos de nuestro trabajo.

[Imagen: Ford Madox Brown (1821–1893): Traveler (Viajero), óleo sobre tela, 1868.)


viernes, 6 de diciembre de 2013

La administración de la paciencia

Después de la digresión gastronómica de la semana pasada, vuelvo a nuestros temas habituales. En este caso, publico un nuevo comentario sobre las relaciones con los clientes.
Hay clientes difíciles. Todos los autónomos hemos tropezado con ellos. Son precisamente esos casos en los que hay que administrar muy bien la paciencia. Pero como todo en nuestras vidas, la paciencia tiene sus límites y hay que estar alertas para no perder la compostura cuando de difíciles algunas personas pasan a ser desesperantes.
Lo más sensato es conservar un tono amable, pero firme. No hay que dejar que alguien malinterprete que amabilidad es sinónimo de sumisión. Una actividad profesional solo es rentable cuando tiene el respeto del cliente.
De ese respeto dependen no solo el trato personal sino la concertación de las tarifas y de las condiciones de entrega.
No es productivo trabajar para un cliente que subestima nuestra capacidad profesional, que cuestiona la calidad de nuestro trabajo, nuestros precios, y los tiempos que necesitamos para el ejercicio serio de nuestra profesión.
Como he señalado en otra ocasión, si encontramos clientes que son así, es preferible no tenerlos antes que llegar a perder la paciencia. [1]

[1] Ver «Consejos prácticos: Clientes (1)», 7 de octubre de 2011 y «Consejos prácticos: Clientes (2)», 14 de octubre de 2011.

[Imagen: Scriptorium Monk at Work, grabado publicado en William Blades: Pentateuch of Printing with a Chapter on Judges, E. Stock, 1891.]