viernes, 28 de junio de 2013

«Ich bin ein Berliner» y su 50 aniversario

El presidente estadounidense Barack Obama visitó Berlín la semana pasada y participó en la celebración del famoso discurso «Ich bin ein Berliner» [Yo soy un berlinés] de John F. Kennedy del 26 de junio de 1963 en Berlín Occidental.
Siempre he incluido este breve discurso de 9 minutos y 2,5 páginas en la lista de las «traducciones favoritas» que he hecho al español por su enorme significado político y la visión de futuro del presidente Kennedy de la caída del Muro de Berlín como símbolo de las restricciones de las libertades civiles en Europa Oriental.
Este discurso fue incluido en la obra No preguntes lo que tu país puede hacer por ti y otros discursos con otras de mis traducciones de discursos de Kennedy. [1]

[1] Ver «Kennedy y el Muro de Berlín», 27 de noviembre de 2009.

[Imagen: John Fitzgerald Kennedy: No preguntes lo que tu país puede hacer por ti y otros discursos, Colección Las Voces de la Democracia, Centro Editor PDA, 2008.


viernes, 21 de junio de 2013

Feria del Libro de Madrid 2013

Datos oficiales de la Feria de Madrid 2013 (31 de mayo–16 de junio) han  informado un aumento de 9,3% de las ventas (7.100.000 euros) después de caídas sucesivas en los años precedentes. Es un dato alentador para el sector editorial, bastante castigado por la crisis económica. [1] Por ejemplo, las ventas en la Feria de 2012 habían caído 19% cuando se compararon con las de 2011.
Aunque las ventas en las ferias son un termómetro para medir la «temperatura» del comercio del libro en determinadas circunstancias, estas presentaciones masivas no son un indicador totalmente fiable. Por lo general, a las ferias van los libros más vendibles en los catálogos de las editoriales, y se presentan rodeados de una intensa promoción publicitaria y de sesiones de firmas por sus autores que estimulan la compra por los lectores.
El verdadero indicador de la «salud» del comercio del libro son las ventas en las librerías. Habrá que esperar los datos estadísticos de 2013 para confirmar si lo que reflejan los datos de la feria madrileña son un buen augurio. Confiemos que sí.

[1] Ver «“Traducir” la crisis», 11 de mayo de 2012.

[Imagen: Juan Gatti: Cartel de la 72 Feria del Libro de Madrid (2013).]


viernes, 14 de junio de 2013

Seleccionando redactores de estilo

Como jefe de redacción y redactor jefe, he tenido que seleccionar redactores de estilo para mi redacción. Aunque había un flujo constante de currículos a mi despacho, este aumentaba mucho en los meses posteriores al final de los cursos académicos, cuando los graduados comenzaban a buscar trabajo.
Me interesaban dos grupos: redactores de estilo en español y redactores de estilo en lenguas extranjeras. Es decir, un grupo de profesionales que pudiesen realizar revisiones de estilo en español, y otro grupo para cotejos y revisiones de estilo en otras lenguas.
Los graduados sin experiencia podían ser tomados en cuenta para adiestrarlos para el primer grupo, pero el segundo grupo requería el dominio de una lengua extranjera. Los mejores candidatos para el primer grupo eran los graduados en las temáticas que publicaba la editorial. Los candidatos ideales para el segundo eran los graduados en traducción e interpretación.
El denominador común básico para ambos grupos era tener una licenciatura. Pero había otros tres aspectos de importancia que se consideraban en las entrevistas: tener excelentes conocimientos y dominio del español o de las lenguas de partida y de llegada; tener conocimientos sólidos de sus respectivas culturas y literaturas; y ser capaz de redactar con fluidez en español o en otra lengua.
Un redactor de estilo fiable no podía trabajar bien nuestros originales si no era capaz de detectar errores y, sobre todo, argumentar gramaticalmente las correcciones propuestas a su jefe de redacción y, especialmente, a los autores.
La revisión de estilo de nuestros libros requería un nivel de familiaridad con los contenidos de los libros que editábamos. Por eso, se preguntaba a nuestros futuros redactores de estilo acerca de sus hábitos de lectura, su comprensión de los temas que editábamos en nuestra editorial y su familiaridad con las culturas correspondientes.
Un redactor de estilo fiable no podía producir un original editado de alta calidad para nosotros si no podía sugerir correcciones razonables de títulos y subtítulos, sugerir la eliminación de repeticiones innecesarias, reordenar párrafos, rescribir oraciones, y escribir buenas notas al pie de la página y para las solapas y las contracubiertas de nuestros libros. Por lo tanto, los candidatos tenían que demostrar algunas capacidades básicas de redacción y corrección editorial durante sus seis meses de prueba.

[Imagen: Daniel Maclise: [William] Caxton Showing the First Specimen of His Printing to Prince Edward IV at Almonry, Westminster, 683 mm × 1,038 mm, papel, técnica mixta, ¿1858?]


viernes, 7 de junio de 2013

Traducción en colaboración: experiencia personal

Por lo general, mis traducciones en colaboración [1] se han debido a decisiones editoriales, no personales. Como la mayoría de los traductores profesionales, prefiero trabajar solo. Sin embargo, hay libros muy voluminosos que requieren dividirlos en partes más pequeñas para garantizar un proceso de traducción rápido.
Es en estas ocasiones cuando la traducción en colaboración es útil. Los editores solicitan este tipo de traducción para asegurar que pueden contar con el manuscrito original de la traducción para su proceso editorial en el plazo más breve posible y así evitar demoras en la publicación de la obra.
En los últimos años, mi experiencia personal en este tipo de encargo editorial ha sido básicamente la traducción del inglés al castellano de los libros siguientes: [2]

Joanne Barnes, Linda A. Anderson, J. David Phillipson: Herbal Medicines














Michael Bright (ed.): 1001 Natural Wonders You Must See before You Die














Stephen Farthing (ed.): 501 Great Artists














Julian Patrick (ed.): 501 Great Writers














Julia Eccleshare (ed.) 1001 Children’s Books You Must Read before You Grow Up














Robert Dimery (ed.) 1001 Songs You Must Hear before You Die














Los encargos fueron la traducción de partes de estos libros y compartir trabajo, créditos, copyright y honorarios con otros colegas.
En general, el trabajo se llevó a cabo de la manera siguiente: los editores dividieron estas obras voluminosas en varias partes que se distribuyeron entre un grupo de traductores (cuatro o cinco) con los que no tuve contacto. (Nunca he sabido quiénes eran los demás traductores hasta que he visto sus nombres en la página de créditos de los libros ya impresos.)
Los textos repartidos se dividieron a su vez en partes más pequeñas para su entrega semanal, lo que permite a los editores revisarlos simultáneamente para garantizar un estilo editorial uniforme (terminología, tipografía, extensión de los textos, etc.) y producir un manuscrito original acabado.

[1] En esta entrada, el término traducción en colaboración se refiere solo a las traducciones de libros hechas por más de un traductor.
[2] Cubiertas de las ediciones en español de estos títulos.