viernes, 22 de febrero de 2013

Viejos y nuevos procesos editoriales (3)


Evaluación editorial del original para decidir su publicación
Este ha sido, y sigue siendo, el paso más importante de todo el proceso de publicación de un libro. Es la parte del proceso editorial que, básicamente, no ha cambiado mucho. La lectura del manuscrito original presentado por un autor es una evaluación que permite determinar si tiene los méritos necesarios para publicarlo. También contribuye a determinar dónde cabe —si es que cabe— dentro del perfil de la editorial.
Esta evaluación, sin embargo, nunca ha sido suficiente. Una vez que la redacción ha aprobado el manuscrito para su posible publicación futura, el departamento de producción debe determinar sus costes y el departamento comercial debe determinar sus posibilidades en el mercado del libro. La mayor parte de este estudio del mercado se hace consultando con los libreros, quienes, después de todo, son los que están en contacto directo con el público lector (comprador) y están interesados en adquirir una cantidad determinada de ejemplares de un libro de éxito que se venda bien.
En resumen, cuando un original llega a la redacción, su futuro depende de su calidad literaria, de su análisis de coste-beneficio y de su pronóstico de venta en el mercado.
Una vez que un manuscrito tiene una respuesta positiva en estas tres evaluaciones, el próximo proceso es su traducción, su revisión de estilo, o ambos. [1]

[1] Ver “Viejos y nuevos procesos editoriales (1)”, 8 de febrero de 2013 y “Viejos y nuevos procesos editoriales (2)”, 15 de febrero de 2013.

viernes, 15 de febrero de 2013

Viejos y nuevos procesos editoriales (2)


Entrada del original a la redacción
Cuando los autores envían sus manuscritos a los editores y los proponen para su publicación, se les pide que cumplan determinadas reglas. Para eso están los manuales de estilo. [1]
Antes de la llegada de los ordenadores, estas reglas incluían algunos requisitos para presentar los manuscritos. Básicamente se les pedía que los entregasen completos. Esto quiere decir: que debían incluir todas las partes del libro. [2]
Muchos editores pedían dos ejemplares legibles del manuscrito que se iba a componer: un original mecanografiado para su evaluación, edición, revisión de estilo y marcaje tipográfico, y una copia con papel carbón para diseño y planificación. Los manuscritos entregados debían estar limpios, a dos espacios y mecanografiados en papel de tamaño estándar y de buena calidad. Los manuales de estilo daban más detalles.
En la actualidad, con los ordenadores, estos requisitos han cambiado con el procesamiento informático del los textos. Hoy, la mayoría de los editores solicitan dos copias legibles y completas del manuscrito —las llamamos copias impresas o impresiones—: una copia tecleada para evaluación y edición, una segunda copia tecleada para diseño y planificación de la producción y una versión electrónica en discos magnéticos, CD o DVD para su revisión de estilo electrónica o en pantalla. Los manuscritos completos generados por ordenador presentados también deben ser impresos a dos espacios en papel de tamaño estándar y de buena calidad. Los demás detalles se pueden consultar en los manuales de estilo.
Si, en cualquiera de los dos casos, se aceptaba o se acepta el manuscrito para su proceso editorial, entonces el próximo paso era o será su lectura en la redacción para decidir su publicación. [3]

[1] Ver por ejemplo: Dolors Escoriza: Manual de estilo de Editorial Planeta, 1998; Editorial Océano: Manual de estilo Océano, 1992; Mario Muchnik: Normas de estilo, 2000; El País: Libro de estilo, 2002; y El Periódico de Cataluña: Libro de estilo, 2002 (Hay una versión en lengua catalana.).
[2] Estas partes son: portada, índice de contenido, textos preliminares, texto completo de la obra, apéndices, notas explicativas, glosario, bibliografía, índice de nombres, pie de grabado, tablas e ilustraciones.
[3] Ver «Viejos y nuevos procesos editoriales (1)», 8 de febrero de 2013.

viernes, 8 de febrero de 2013

Viejos y nuevos procesos editoriales (1)


Antiguamente —hasta la llegada de los ordenadores— los procesos editoriales eran mucho más complejos y lentos. Seguían, más o menos, la secuencia siguiente:
1. Entrada del original a la redacción.
2. Evaluación editorial para decidir su publicación.
3. Traducción.
4. Corrección de estilo.
5. Diseño de cubierta, diseño interior e ilustración.
6. Composición de galeras.
7. Corrección de galeradas.
8. Composición de planas.
9. Corrección de pruebas de planas.
10. Imposición de los pliegos.
11. Revisión de los pliegos.
12. Envío a imprenta.
El ordenador ha modificado sustancialmente los procesos y los tiempos de la manera siguiente:
1. Entrada del original a la redacción.
2. Evaluación editorial para decidir su publicación.
3. Traducción.
4. Corrección de estilo.
5. Diseño de cubierta, diseño interior e ilustración.
6. Maquetación electrónica.
7. Corrección de pruebas.
8. Imposición de los pliegos.
9. Envío a imprenta.
Más adelante volveremos sobre el tema.

[En la imagen: Jost Amman: Der Buchbinder (El encuadernador de libros), 1568, grabado.]

viernes, 1 de febrero de 2013

Odisea: la traducción de George Chapman

La semana pasada publiqué una entrada sobre la traducción de la Odisea al español por Luis Segalá y Estalella, y mencioné la versión al inglés de George Chapman (1559–1634) [1]
Si tomamos en cuenta lo que otros traductores han logrado después de él, aprecio muchísimo el trabajo con pluma y pergamino de Chapman. Se puede argumentar que la suya no es ahora la mejor traducción; sin embargo, no se le puede negar el mérito de ser el traductor de la primera versión completa de Homero al inglés.
Es un clásico de un clásico.

[1] Ver «Odisea: la traducción de Luis Segalá y Estalella», 25 de enero de 2013.

[Imagen: Homer: The Odyssey (traducción de George Chapman), Princeton University Press, 2000.]