viernes, 25 de enero de 2013

Odisea: la traducción de Luis Segalá y Estalella


Entre los textos a los que me gusta volver, incluyo las traducciones de la Odisea, ya sea en inglés —como Keats, me gusta leer «el Homero de Chapman»— o la versión en castellano de Segalá y Estalella.
Siempre me ha gustado más la Odisea de Homero que su Ilíada. Quizá se deba a que me gusta más Odiseo que Aquiles. Es cuestión de personalidades. Me siento más a gusto con un personaje ingenioso que con uno irascible.
Aunque hay otras versiones anteriores —1550 y 1851— y posteriores, admiro la versión de Luis Segalá y Estalella (1873–1938) por su carácter precursor.

[Imagen: Homero: Odisea (traducción de Luis Segalá y Estalella), Mestas, 2009.]

viernes, 18 de enero de 2013

Traducción y ética

Los traductores, como cualquier otro profesional, deben cumplir con las normas éticas de su oficio. En septiembre de 2011, publiqué acerca de lo que considero son las buenas prácticas en traducción y recomendé: «Respete el derecho que tiene su cliente a la privacidad y a la confidencialidad, y no revele nunca cualquier información obtenida durante el desempeño de su trabajo.»
Los clientes (en particular, autores y editores) tienen derecho a una privacidad que no se debe violar. Sus manuscritos se deben traducir con el debido respeto a su confidencialidad. Los derechos del cliente se pueden violar si se revela el contenido de su trabajo durante la traducción de sus manuscritos. Los traductores no deben revelar información sobre los manuscritos durante el proceso de traducción a ninguna otra persona que no sea su cliente. Por lo tanto, los traductores deben respetar los derechos de sus clientes al no comentar públicamente su trabajo antes de que se hayan publicado sus manuscritos.
Además, se deben abstener especialmente de manifestar alguna opinión acerca de algo o de alguien relacionados con los manuscritos de sus clientes, o de hacer comentarios injuriosos sobre ellos.
En tiempos de crisis, las normas éticas tienden a flaquear. Por lo tanto, estos tiempos difíciles son una buena ocasión para insistir en otros aspectos éticos como la competencia profesional leal, y las tarifas y condiciones para realizar traducciones como trabajadores autónomos que no subvaloren nuestra profesión.

[1] Ver «Consejos prácticos: Buenas prácticas en traducción», 16 de septiembre de 2011.

[Imagen: Antonello da Messina: San Jerónimo en su estudio, óleo sobre madera, 45,7 cm × 36,2 cm, c. 1475.]

viernes, 11 de enero de 2013

Buenos propósitos para el Año Nuevo

Tal como establece la tradición, durante los últimos días de diciembre, probablemente estuvimos programando nuestros buenos propósitos para el Año Nuevo y afrontar lo que viene en el 2013 después de lo que el 2012 nos ha dejado.
Algunos de mis colegas autónomos en España se proponen reducir sus costes para compensar el aumento del impuesto sobre la renta del 15% al 21%; para establecer controles de austeridad y de gastos, porque los precios subieron en 2012; y para ahorrar gastos en electricidad, transporte, combustible, peaje, y sellos y envíos por Correos, cuyos precios se espera que aumenten en 2013.
Con un criterio estratégico, sin embargo, apretarnos el cinturón en esta especie de plan B para prever contingencias no parece ser suficiente.
Por eso, otros profesionales se inclinan más a buscar nuevas formas para enfrentar la crisis económica exportando sus servicios a nuevos clientes en el extranjero (especialmente, en países con tarifas de traducción más elevadas que en España); el coworking; los cursos de formación profesional; la publicidad de sus servicios; el estudio de nuevas estrategias de fijación de precios, etc.

[Imagen: Domenico Ghirlandaio: San Jerónimo en su gabinete, fresco, 184 × 119 cm (1480).]

viernes, 4 de enero de 2013

Vindicación de los libros de cocina

Hace algunos meses, leí con algo de sorpresa las palabras siguientes, publicadas por el profesor B. J. Epstein: «Doy clases en un master en traducción literaria. Cada año vienen estudiantes con la esperanza de que, una vez obtenido el diploma, serán capaces de dedicarse a trabajar tiempo completo como traductores de poesía, obras de teatro u otras. Cada año, algunos de ellos vienen y adoptan un aire despectivo hacia las personas que traducen manuales para usuarios, libros de cocina o informes financieros, y juran que no serán uno de esos. […] Por supuesto, me siento un poco dolido y sorprendido por la forma en que se burlan de todo lo que no sea traducción literaria (un alumno dijo textualmente: “¡Yo nunca me rebajaría a traducir libros de cocina!”, incluso después de que yo hubiese mencionado cuántos libros de cocina había traducido). Pero lo más importante es que me preocupa qué será de estos alumnos cuando lleguen al “mundo real”, armados con sus diplomas de master en traducción literaria, con la esperanza de poder vivir de ese trabajo.» [1]
Lo recordé mientras terminaba de hacer un balance del año 2012 y descubrí que habíamos facturado un total de 21 libros de cocina traducidos o revisados y corregidos, que representan una parte importante de nuestro trabajo editorial de ese año.
Aunque me considero básicamente traductor y revisor de estilo de textos científicos, traduje mi primer libro de cocina en 1997. [2] Desde entonces, los libros y las recetas de cocina han sido una fuente importante de los ingresos familiares por concepto de traducción y edición. [3]
Estoy de acuerdo con el profesor Epstein. Lo que ocurre en el «mundo real» es muy diferente de lo que se espera en un aula. Por otra parte, nadie se «rebaja» traduciendo un tema; excepto, cuando lo hace de manera poco profesional.

[1] “The Next Generation of Translators” [La nueva generación de traductores], publicado por B. J. Epstein en su blog Brave New Words, 6 de abril de 2012.
[2] Ver Nitza Villapol: Cuban Cuisine, Editorial José Martí, 1997.
[3] Más sobre mis traducciones de libros de cocina en: «Traducciones gastronómicas», 13 de noviembre de 2009; «Más cocina cubana», 22 de enero de 2010; «Más gastronomía, aunque más sana», 29 de enero de 2010; «Nuevo libro de cocina (1)», 5 de febrero de 2010; «Nuevo libro de cocina (2)», 12 de febrero de 2010; «Nuevo libro de cocina (3)», 19 de febrero de 2010; «Nueva traducción gastronómica», 25 de febrero de 2011; «Segunda edición sobre gastronomía sana», 29 de julio de 2011; «Nueva traducción de cocina: cenas»; 2 de marzo de 2012; «Nueva traducción de cocina: sopas», 9 de marzo de 2012; «Nueva traducción de cocina: postres», 16 de marzo de 2012.

[Imagen: Edward Caslan: La Soupe [La sopa], publicado en The Illustrated London News, 25 de noviembre de 1871, grabado.]